Mario Benedetti y Eduardo Galeano son sin duda dos pilares de la literatura uruguaya contemporánea. Cada cual a su manera, han sido de gran influencia para varias generaciones de uruguayos, entre los que me incluyo. Mi objetivo hoy es destacar algunos libros que me han marcado de cada uno de ellos.
Empezaré por Mario Benedetti. Un fenómeno, un tipo sencillo, muy humano y sensible. Sus libros pasan desde cuentos a poesía, de novelas a dramas. Toca en muchos de sus libros temas políticos, como en "Pedro y el capitán", pero en otros la política desaparece, como en "La borra del café". Por mi perfil, prefiero sus novelas y los cuentos, sin embargo es de las pocas personas que me enganchó con su poesía.
De sus libros de cuentos, quiero destacar "Montevideanos", pero no me quiero olvidar de "Geografías" ni de "Despistes y franquezas".
De las novelas, lo mejor a mi gusto es "La borra del café". Un libro simple y redondo. Sin embargo, hay más novelas que no olvidaré: "La tregua" y "Gracias por el fuego" son excelentes, "Primavera con una esquina rota" y "Andamios" también son muy buenas. Recuerdo también el relato de "Pedro y el capitán", con una visión especial acerca del torturador y el torturado.
Respecto a Eduardo Galeano, es otro perfil. Es lo que suelen denominar como un intelectual de izquierda. Sus libros desbordan información, él desborda información. De por sí, se ha destacado también en el periodismo. Y sus libros son más documentales que novelas. Casualmente, tiene mi apellido, Hughes, si bien no lo utiliza, ya que Galeano es su apellido materno. Mis preferidos de Galeano fueron "Memorias del fuego" y "Las venas abiertas de América Latina". Recuerdo con cariño también "El libro de los abrazos" y "El fútbol a sol y sombra". Es un gran aficcionado al fútbol, pero al buen fútbol.
Los conocí a ambos en una etapa muy especial, fines de adolescencia. Galeano me deslumbró inicialmente. Comencé por "Las venas abiertas de América Latina" y fue como que me abrió la cabeza. Sin embargo, luego de un tiempo, me he volcado más por las novelas y los cuentos, y en ese rubro, me quedo con Benedetti. Mario despertó desde entonces en mi una gran admiración, como escritor y como persona. Todavía recuerdo la primera vez que lo vi en persona, en una óptica del centro de Montevideo. Me produjo una sensación extraña, ganas de expresarle mi admiración, de preguntarle si Claudio, el de "La borra y el café" existió en la realidad o no. Y cuando me enteré de su muerte recuerdo que mi pena fue muy grande, y al instante me senté con un compañero de trabajo a conversar sobre él, sus libros, sus historias, su persona. Nunca sentí tanto la ida de un personaje público.
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